jueves, 19 de marzo de 2015

El mejor maestro


¿Alguna vez se han preguntado por qué somos de un equipo? ¿Por qué nos gusta "tal" deporte? Quizás pensemos que a través de los años fuimos descubriendo qué nos gustaba y qué no, que fue por gusto propio el hecho de sentir los colores de una camiseta. ¿Se han preguntado de dónde nace este tipo de amor? Yo creo que todo en la vida se aprende, y esto no es la excepción. En mi caso aprendí de un maestro que conozco hace mucho tiempo, mi papá.

Inconscientemente gracias a mi papá decidí empezar este blog, y nunca había reflexionado sobre ello. Todo empezó hace 14 años, un 15 de julio de 2001. Fue la primera vez que me llevaron al estadio a ver al Olimpia. ¡Cómo olvidarlo! Un 2-0 a favor contra el Real España, y Danilo Tosello anotó un gol esa tarde. Supongo que ese día cambió mi vida por completo, porque después de esa vez nada me emocionaba más que ver fútbol.  Tengo muchos recuerdos de mi infancia, mis primeros guantes de portera (que por cierto están muy bien guardados), mis primeros tacos y mis primeras clases de fútbol, entre otras cosas. Cuando mis padres decidieron inscribirme en una academia de fútbol era la única niña y normalmente un papá se negaría a que su hija juegue con niños, pero el sabía las ganas que yo tenía de aprender y de jugar. Por eso cada miércoles, viernes y sábado me llevaban a mis clases. ¡Valió la pena!  También recuerdo que habían dos raquetas viejas guardadas en el closet de mi casa, mi hermana menor usaba la Wilson y yo la Prince, peloteábamos para no aburrirnos, y así conocimos el amor al tenis, que nos llevó a seguir a Roger Federer. 

No puedo dejar fuera de la lista de recuerdos, todas esas mañanas de Julio que le dedicaba al Tour de Francia. Cuando mi papá iba a trabajar, mi hermana y yo le hacíamos un resumen de lo que había pasado detalladamente: quién se escapó del pelotón, quién era líder de la montaña o quién ganaba la etapa. Gracias a esos resúmenes y escuchar a mi papá hablar sobre él, descubrí a Lance Armstrong. Un ídolo que se convirtió en mi decepción. Nos parecía admirable su coraje y su fuerza, tanto así que muchas veces jugamos a ser un equipo de ciclismo y que ganábamos el Tour. 

El deporte ha rodeado mi vida desde siempre, y esto también se lo debo al maestro que tuvo mi padre.  Un deportista disciplinado, que disfruta calladamente de un buen domingo futbolero.  Me enseñó a batear y a improvisar pelotas de baseball. Guarda silencio todas las veces que mi equipo le gana al suyo y le voy a decir "Ajá abuelito, ¿y qué paso?" "Nada, linda. La próxima". Mi abuelo materno no se queda atrás, según los relatos de mi abuela jugaba muy bien al fútbol de defensa central. Él era altísimo, por lo que cada rebote en la cancha de baloncesto era suyo. ¡Un ADN llenísimo de deporte! 

Dicen que lo mejor se guarda para el final, y la mejor anécdota que tengo con mi papá es haber viajado a San Salvador el 14 de Octubre del 2009 a ver a mi Selección clasificar a un mundial. Se me llenan los ojos de lágrimas cada vez que me acuerdo de esa noche mágica. Salté tanto, que tuve que salir del Cuscatlán apoyada de su hombro porque no podía caminar del dolor de rodilla. 

"Vivi, ¿querés ir mañana a San Salvador?"

"Papi, pero mañana juega la Selección" 

"¿Y adónde juega la Selección, pues?" 

Me quedé helada. ¡Un sí inmediato! Definitivamente mi papá esta detrás de los mejores recuerdos de mi vida. Gracias por cada ida al estadio, por cada camiseta que me traía,  por entender mi amor al deporte. Es curioso que no tenga una foto con él después de un partido o en el estadio, pero no es necesario tenerlas para saber que él me apoyaba y me seguirá apoyando siempre. 

No importa si sos azul o blanco, si te gusta más el atletismo que el volleyball, si preferís una raqueta a un bate; tu maestro te enseñó bien. Guarda esas lecciones con vos siempre, porque es un vínculo inquebrantable que tendrás con tu maestro. 

¡Gracias maestros, por enseñarnos un tipo de amor único!


Él es mi maestro, Eduardo Pavón.
Esta fotografía fue tomada en la Costa Norte hace más de 20 años. 

VQV





viernes, 6 de marzo de 2015

Tarde o temprano

Ayer iba a ser un día diferente, pero lástima que quedó en iba. No fue lo que iba a ser, no fue lo que tenía que ser…Olimpia nuevamente ha sido eliminado de las Liga de Campeones de la CONCACAF.
Soy creyente que un partido se puede perder de muchas maneras, al fin y al cabo perder es perder, pero no es lo mismo cuando lo haces jugando bien al fútbol o siquiera poniéndole ganas. Ayer Olimpia perdió de una manera que deja un mal sabor de boca. Se pueden sacar muchas conclusiones de por qué para un club hondureño es tan difícil ganar una eliminatoria internacional. Hay una razón que las engloba a todas esas conclusiones: la concentración, o mejor dicho, la falta de esta. 
Según la RAE estar concentrado es estar muy atento o pendiente de una actividad o competición o también estar internado en el centro de una cosa. Ahora, ¿ustedes creen que Anthony Lozano estaba interno en el centro de una cosa (meter un gol)? ¿Fabio y Johnny estaban muy pendientes de sus obligaciones? No. La falta de concentración le costó la clasificación al Olimpia. Ni siquiera pienso que le faltaron argumentos futbolísticos porque no fue así. El Olimpia jugó un partido aceptable, pero no estar concentrados en los momentos clave borra todos los días de trabajo, todas las charlas, todo el esfuerzo, toda esa ilusión de ver a los leones luchando por un boleto en el mundial de clubes.
¿Qué puedes hacer cuando tus jugadores estrella no aparecen, cuándo tu goleador las falla todas, o cuando no tienes un líder en el centro del campo? Se podría asumir que el Olimpia tiene un plantel completo para sacar adelante esta clasificación pero no es así. Falta un jugador que tome la batuta cuando las cosas se ponen cuesta arriba.  Con Mario Leguizamón lesionado, nuevamente faltó ese líder que diga vamos a intentar por aquí, hagamos esto diferente. Rommel Quioto estuvo ausente en ambos partidos, no fue ni una sombra de lo que nos tiene acostumbrados. “El Choco” empezó muy bien esta temporada, goleando y gustando, debe volver a enchufarse con su mejor versión para ayudar a su club y esperar un llamado de la Selección. Pienso que puede ser una opción en la ofensiva de Pinto si se juega aquí en Tegucigalpa algún partido de la eliminatoria, justo como lo hizo Roger Rojas, quien fue clave en el partido que Honduras le ganó a Jamaica en el Nacional. 
Es momento que Olimpia busque tener más peso a nivel internacional, es momento de dar un paso más. Esas decisiones las tiene que tomar la directiva del club inmediatamente. ¿Fichar a un mediocampista más constante? ¿Cambiar de técnico? Son muchas preguntas que necesitan una respuesta para el futuro. Honduras necesita crecer internacionalmente a nivel de clubes. El actual campeón Motagua será uno de los representantes de Honduras en la próxima edición de la Concachampions. Los azules deberían tomar como ejemplo los errores que cometió el Olimpia para tratar de evitarlos y así representar a Honduras de una manera decente. 
 Qué lástima que a los jugadores albos no les bastó ver las graderías llenas en el Nacional para estar lo suficientemente motivados y ganar el partido de ida. Qué lástima que harán esperar a esa gente que tiene ganas de portar una cuarta estrella en esa camisa blanca. El pueblo merengue seguirá ahí, fiel a sus colores, esperando que por fin Olimpia recuerde su tradición, ser grande fuera de Honduras. Los grandes siempre vuelven, ya sea tarde o temprano. Olimpia, ¡volvé pronto por favor! 

Foto tomada de la página web de CONCACAF. 


VQV